Las personas con las que nos relacionamos en el día a día, condicionan nuestro estado de ánimo, condicionan nuestras emociones y por ello nuestros resultados.
Si te paras a analizar la energía de las personas con las que al cabo del día te relacionas, te darás cuenta de cual es tu saldo energético al final del día.
Estos vampiros emocionales, ya sabemos que existen, es más, sabemos que también nosotros somos vampiros emocionales de otras personas.
No te vengo a decir que lo que tu ves de esa persona que tanto te incomoda o te molesta, seas tu, sinó que es una parte de tí pendiente de aceptar, soltar, trascender…en definitiva PENDIENTE DE PRESTARLE ATENCIÓN.
Seguro que en tu círculo cercano, en tu entorno familiar más íntimo tienes esas pequeñas conductas, manías, actos, que te generan un enorme rechazo, que te hacen sentir como si de un puñar en el estómago te estuvieran clavando, y esa voz interior que te dice, «ves ya está mi padre otra vez con sus gaitas, ya me va a decir que esto que hago…» Ese diálogo interno de rechazo a la conducta de tu padre, es el diállogo interno contigo y tu espejo.
Cuanto más rechazo nos produce una situación, una persona, cuanto más la etiquetamos de tóxica, más información estamos evitando mirar y prestarle atención.
Las personas «tóxicas», están en nuestro sistema para que aprendamos de ellas, para que aprendamos a aceptarlas como son, porque la reacción que te provoca ese espejo, esa persona tóxica», es tuya, solo tuya y por ello no debes huir de ella, sinó ponerte cara a cara, mirarle a los ojos y amarla incondicionalmente.
Las personas tóxicas de nuestro sistema, nos muestran aquello que no queremos prestarle atención en nuestro interior. Presta atención a para qué de esas conductas que rechazas, y empieza a ver esta situación como una OPORTUNIDAD de mejorar de manera gentil y generosa contigo mismo.