Cuanto nos cuesta mirar dentro. Es un ejercicio que duele, no es un acto simple, no es un acto habitual, es un acto que incomoda, que nos hace ver demasiados aspectos nuestros que no queremos, que rechazamos de nosotros mismos, como si eso que vemos no fuera YO.

Podría ser un gesto tan sencillo como parar, observar y vivir esa sensación de estar dentro de mi, de estar conectado con mi esencia, con mi pureza, pero ese gesto, esa acción de mirarnos dentro… provoca en nosotros un gran rechazo.

Ese rechazo a echar un vistazo a qué puede estar pasando en mi interior para que yo tenga estas emociones, o estas acciones, puede venir en forma de crítica al acto de hacerlo, en forma de yo no necesito hacer eso, en forma de yo no sé hacerlo o en cualquiera de los envases que ustedes puedan escoger, lo que es cierto es que es un acto que el 90 % de las personas, no hacen.

Yo les voy a sugerir algo, les quiero invitar a una acción a un nuevo estado, al ESTADO de simplemente, SER y ESTAR.

Conéctate contigo, préstate atención, 5 minutos, solo 5… identifica qué piensas, identifica qué sientes, dónde estás…

Fíjense, sólo han sido 5 minutos…y cuéntense qué sintieron, qué vieron o pensaron.

Es muy posible, que sintieran la emoción más básica, la más ancestral… ¿es posible que sintieran miedo, o desconcierto; quizás sintieron alegría, satisfacción, júbilo… pero, fíjense, lo más probable es que sintieran, que lo que estaban haciendo, no sabían muy bien cual era la utilidad, o si, lo estarían haciendo bien… pero, lo que es cierto es que muy probablemente su mente, boicoteando esta situación, les haya estado haciendo preguntas en todo momento, buscando, como tiene hábito, ser la protagonista de nuevo de ese momento, haciendo que usted dejara de mirar ese interior al que el ejercicio les invitaba.

Es curioso, cuanto nos cuesta prestarnos atención, cuanto nos cuesta “chismorrear” acerca de nosotros mismos, conocernos, reírnos, aprender de nuestros actos.

Nos pasamos la vida queriendo conocer a alguien, una pareja, la vida del vecino, la vida de algún personaje, a nuestro jefe; nos sentimos cómodos criticando a los demás, quejándonos de lo que NOS hacen… y qué curioso, que la vida lo único para lo que te trae, es para que le hables de TI, para que te rías de TI, para que te enamores de TI…PARA QUE TE VIVAS.

Es muy posible, que no compartan esta opinión, sin duda deben hacerlo si así lo sienten, pero a la vida venimos para VIVIRLA, pero para vivirla en primera persona.

El camino por el que han empezado a transitar, porque si están leyendo esto es porque ya lo han iniciado, es un camino de obstáculos, es un camino no les voy a mentir, algo complicado, porque, claro, no nos han enseñado a eso de mirarnos a nosotros mismos, a mirar nuestro interior.

No se preocupen, el universo, qué sabe cómo va a actuar nuestra mente egoica, ¿saben que hace? Nos trae perfectos colaboradores, para que nos ayuden a visualizar todo aquello que solos, no sabemos ver.

Estos perfectos colaboradores, les vamos a llamar ESPEJOS.

Miren algo, en muchos de los espejos donde yo me voy a mirar, no me voy a reconocer, y esto es NATURAL, pero saben por qué, porque eso que veo en el espejo nunca lo he visto en mi, no porque no estuviera, que lo está, sino porque nunca lo he aceptado, ni identificado como mío, de echo es curioso porque eso que me refleja el espejo, es algo que incluso he RECHAZADO.

Quiero compartirles un ejemplo de mi propia experiencia:

Hace algún tiempo, conocí a Elías, el universo me lo puso en mi escenario para que durante un tiempo formara parte de mi vida. Eso es lo que ocurre con las personas que están en nuestra vida, son actores/actrices de nuestra obra de teatro, de nuestra experiencia terrenal… están en ella para que aprendamos a VIVIR.

Elías me cautivó al principio de conocerle, me iluminó mi lado más cercano a mi oscuridad, mostró su interés en mi, su preocupación por mi bienestar me prestó atención…eso es lo que yo desde mi lado carente hizo que me “enganchara” a Elías, justo ese lado que tanto alimentaba mi hambre de no ser digna de amor, mi lado de ausencia de estima y de valoración propia.

Había venido a lomos de su caballo blanco, a sacarme de mi castillo de CARENCIA. Ahora al escribirlo, me sorprendo de cómo funcionamos cuando nos creemos carentes.

Obviamente, como mensajero del universo, y como parte de mi escenario, Elías había venido a mostrarme algo, venía con una intención, con un mensaje… como todas las personas que conforman nuestro “teatro”.

Al poco tiempo, la preocupación por mi, su interés, sus atenciones, desaparecieron, y dieron paso al silencio de contacto, a días sin atención, a distancia y por tanto, a despertar en mi, soledad, abandono… a no sentirme de nuevoválida para ser amada, ¿les suena?

Elías, no vino a mi vida con intención de hacerme sentir mal, vino a ser un instrumento del universo, un canal de comunicación conmigo misma, vino a ser mi reflejo, y a que yo me diera cuenta, de que aquello que me hacía sentir Elías, no era suyo, sino mío.

Este ejemplo, es un ejemplo muy sencillo, de como cuando no atendemos nuestras necesidades internas, y no aprendemos de los espejos que han pasado por nuestras vidas, la vida nos los repite, cada vez de una manera más ruidosa y sonora, para que a pesar de nuestra sordera, poco a poco vayamos prestando más atención, a aquello que lleva tiempo al principio susurrándonos, y luego gritando.

Los espejos, por tanto, dado que nos traen siempre la oportunidad de sanar una parte de nosotros, hay que amarlos y aceptarlos dado que, en todo momento, son enviados para que pongamos luz a esa parte de nosotros que está en la penumbra. Como buen espejo, solo reflejará una parte de nosotros, cuando en él se proyecte la luz, nuestra luz, y podamos con ello ver nuestra imagen en él.

Ama a tu espejo, porque lo que te muestra ERES TÚ, y tu eres TODO pero sobretodo eres LIBERTADde ser y estar.