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Introducción

Es posible que estés en esa fase en la que todo lo que te dicen los demás está condicionando tu decisión.

Aún no se lo has contado a nadie, sin embargo, por dentro te arde la idea de que necesitas estar en un ligar diferente al que estás en la actualidad, necesitas tomar esa decisión.

Ya casi sabes cómo se lo vas a contar a tu familia, ya sabes cómo les vas a decir que lo haces.

 

Les vas a contar que dejas tu trabajo actual, ya no puedes más, y has decidido dar el paso a tu destino, dar el paso a tu lugar de peregrinaje desde hoy, y por fin te atreves a contárselo a todos.

 

Ha llegado la hora, sin embargo, algo empieza a martillear tu cabeza de manera insistente, algo que parecías controlar y que creías lo tenías más que superado y claro, tu miedo a ese cambio está asaltando con fuerza tu decisión.

 

Se está librando de nuevo la batalla que creías tenías controlada, la batalla que creías superada.

 

Sin embargo, hay algo en todo esto que se repite con fuerza y con una clara voz que dice: no te doy derecho a este cambio.

 

Nuestra mente como un semáforo de sueños

Nuestra mente funciona de una manera muy oportuna, resulta que es la que abre y cierra la barrera, es como el semáforo verde y el rojo.

 

Unas veces está abierta al tráfico de la oportunidad, y te cuenta que tienes todas las herramientas para conseguir lo que te propongas, te dice que no te preocupes de nada absolutamente.

 

Te dice que si no te apoya tu entorno no tienes que temer, que si no están de acuerdo contigo, tu tienes la convicción que necesitas, y mucho más, así que enciende el piloto verde y de repente, todo fluye.

 

Sin embargo, esa misma mente que ayer encendió el piloto verde, y que te dio vía libre, de repente, sin tu saber qué ha pasado, o que ha cambiado, de repente es un misterio, de repente ese piloto se ha convertido en rojo.

 

¿Qué ha pasado?

 

De repente empiezan a saltar todas las alarmas, y te empiezas a asustar de todo lo que ese piloto rojo te viene a decir, en resumen es un CUIDADO en mayúsculas.

 

Déjame contarte que la diferencia en que enciendas un piloto verde o rojo reside en tu permiso a ser grande y brillante, precisamente en el permiso que te concedes a SOÑAR alto y claro.

 

Video de la semana

 

Sé que suena un poco loco, sé que es como un poco contradictorio que yo, a mi misma me impida soñar y decidir acerca de mi destino.

 

Yo decido y elijo para mi satisfacción personal, sin embargo, analicemos juntos, si te parece algunos de los limitadores que por ahora tienes, y que te están impidiendo tener ese permiso del que te hablo:

 

Limitadores del permiso a soñar

1.- Uno de los principales limitadores al permiso, es el pensamiento de “quien soy yo para merecer esto”.

Cuando iniciamos un sueño, cuando nos aventuramos a pensar en aquello que nos acerca a nuestro propósito de vida, casi instantáneamente, una vocecita interior, nos cuenta lo lejos que estamos de lograr eso que nos estamos planteando.

 

Casi es una voz que te dice, que no mereces crecer, soñar, estar satisfecho, decidir, elegir… ¿te suena?

 

Es de locos lo sé, pero es así como funciona el miedo, te cuenta lo que no puedes hacer, para así que te quedes en el mismo lugar de siempre, sin aventurarte a decirle que eres valedor de tu propia elección.

 

2.- Otro de los limitadores más habituales del permiso a soñar, es la complacencia ajena.

 

Viene a ser la imagen que quieres que los demás tengan de ti, el orgullo que sentirán los demás cuando hagas lo que ellos esperan. Esto también debe resonarte dentro. Es como tener de propósito, cumplir el sueño ajeno, cumplir las expectativas que tus padres, por ejemplo, pusieron en ti. Imagínate, tu padre abogado, y tu dedicándote a dar clases de yoga kundalini con un turbante blanco, ¿cómo integras esto en la complacencia ajena?

 

Tu padre se lleva las manos a la cabeza, diciéndote que cómo has llegado ahí, y tu, sin embargo estás haciendo aquello que te apasiona.

 

 

Te cuento más

 

Muchas veces, querer cumplir las expectativas que los demás han depositado en nosotros, es lo que precisamente nos aleja de atender nuestro propio permiso, es precisamente lo que nos impide escucharnos a nosotros mismos, y darnos el permiso a ser actor o actriz principal de nuestra propia película que es nuestra propia vida.

 

3.- El permiso a soñar, es también el paso que damos para ser protagonistas como te decía antes de nuestra vida. Sin embargo, esta posición de protagonismo, la alejamos de nuestra mente diciéndonos que es egoísta.

 

 

Posicionarnos en primera línea y atender aquello que a nosotros nos haría vibrar, es un limitador de máximo potencial porque en todo momento, nos asaltan alarmas de egoísmo que nos hacen sentir mal, al punto de abandonar esa posición, para volver a atender a los demás por delante de a nosotros mismos, buscando el orgullo de nuestro sistema, buscando como te decía antes, ser el abogado que tu padre siempre hubiera querido que fueras.

 

4.- Otro de los limitadores del permiso a decidir, es la etiqueta de fracasada o errónea que un día nos pusimos.

 

Quizás en algún momento de tu vida tomaste una decisión, elegiste, y todo fue mal. Perdiste amigos, decepcionaste a alguien, o quizás la decisión que elegiste entonces no fue acertada, no fue la que tu esperabas, los resultados digamos no te acompañaron.

 

Fue entonces, que asociaste que tomar una decisión, te llevaba a un resultado erróneo, y por ende asociaste que tu eras errónea que tú eras una fracasada, ¿te ha pasado alguna vez esto?

 

 

A mi me pasó

 

 

Yo tengo que reconocerte, que a mí sí que me pasó. Durante muchos años, después de haber tomado muchas decisiones, yo misma compré la etiqueta de fracasada, de que todo lo que decidía era un auténtico error, y por ende decidí aceptar todo lo que me venía sin poner límites de ningún tipo.

 

Durante mucho tiempo estuve aceptando verdaderas barbaridades que hoy en día las visualizo en la distancia, y aún me sorprendo de haber dado permiso.

 

La mente es la herramienta más potente para cumplir sueños, pero también para destruirlos y para que te alejes de ellos.

 

El truco está en tenerla bien programada, el truco está en asociarle pensamientos que te acerquen a lo que a ti te va a hacer feliz, a lo que te va a satisfacer, entrenándola a aprender de los errores, entrenándola a escucharte, a atenderte, sin ideas ni etiquetas limitadoras, concediéndote a ti mismo los sueños y las metas que tu elijas, que tu decidas y las que tu diseñes.

 

 

La mente es maravillosa, por ello necesitas cuidarla, necesitas atenderla, ocuparte de ella como si se tratara de tu bien más preciado.

Entrénala para lograr tu éxito, entrénala para conseguir lo que te propongas, sin conformarte con nada que no te vibre dentro, expándete y sueña alto y grande.

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